Opinión de
JOSE DAVID MASSA
en 22/02/2013
Quizá haya quienes se sorprendan de que todo un apóstol como Pablo necesitara que lo fortalecieran. Y, sin embargo, así era. Es verdad que tenía una fe fuerte y que había sobrevivido a mucho maltrato físico, “golpes, con exceso”, situaciones en las que estuvo “a punto de morir, frecuentemente”, y otros sufrimientos (2 Corintios 11:23-27). Pero era humano, y en un momento u otro, todos los seres humanos necesitamos que nos consuelen y nos fortalezcan la fe. Hasta Jesús lo necesitó. En su última noche, un ángel se le apareció en Getsemaní y “lo fortaleció” (Lucas 22:43).